Artistas: Marcelo Bordese, Silvia Giménez, Florencia Rodríguez Giles, Mauro Koliva, Celeste Ledezma, Juan Miceli, Diego Perrotta, Juan Ignacio Reos. Curador: Marcelo Pelissier.
Las imágenes se repiten, casi obsesivamente: bebés siniestros, muñecos, lobos, seres cuyo aspecto denota una oscura cruza entre humanos y animales, mutantes, niñas aparentemente inocentes que en realidad son monstruos sicópatas.
Podemos encontrar seres monstruosos en cantidad en la imaginería medieval, que nos recuerda los tormentos a los que seremos sometidos en el infierno. Esas imágenes no se privan de ofrecernos un catálogo interminable de tormentos y torturas aberrantes; artistas como Hieronimus Bosch "El Bosco", Bruegel, Fra Angélico, Hans Memling y muchos otros, algunos de ellos anónimos y sólo conocidos por su tema predilecto, como el "maestro de la muerte", han contribuido a ilustrar ese catálogo que cumplía una función claramente aleccionadora. El miedo debía poner en caja a los fieles; era necesario que se comportaran de acuerdo al decálogo. (...) Algo muy diferente es lo que sucede con las imágenes que conforman esta muestra; no hay nada de aleccionador en ellas. Sólo nos exponen algo oscuro pero familiar, no algo que está afuera como algún infierno lejano, sino algo que está muy adentro nuestro, un infierno privado. Algunos las considerarán morbosas, pero no me cabe duda de que lo harán luego de haber apreciado hasta el último detalle de cada una de ellas.
Es difícil encontrar muchos artistas que trabajen el registro de lo monstruoso en el universo del arte argentino actual, tan preocupado por el mercado, por lo que se vende o no se vende, tan conservador. Seguramente estas obras no combinan con la alfombra o con el tapizado del sillón del living. Lo que nos proponen es otra cosa. Nos invitan a encontrarnos con nuestro lado oscuro, con el monstruo que hay en todos y en cada uno de nosotros.
Las imágenes se repiten, casi obsesivamente: bebés siniestros, muñecos, lobos, seres cuyo aspecto denota una oscura cruza entre humanos y animales, mutantes, niñas aparentemente inocentes que en realidad son monstruos sicópatas.
Podemos encontrar seres monstruosos en cantidad en la imaginería medieval, que nos recuerda los tormentos a los que seremos sometidos en el infierno. Esas imágenes no se privan de ofrecernos un catálogo interminable de tormentos y torturas aberrantes; artistas como Hieronimus Bosch "El Bosco", Bruegel, Fra Angélico, Hans Memling y muchos otros, algunos de ellos anónimos y sólo conocidos por su tema predilecto, como el "maestro de la muerte", han contribuido a ilustrar ese catálogo que cumplía una función claramente aleccionadora. El miedo debía poner en caja a los fieles; era necesario que se comportaran de acuerdo al decálogo. (...) Algo muy diferente es lo que sucede con las imágenes que conforman esta muestra; no hay nada de aleccionador en ellas. Sólo nos exponen algo oscuro pero familiar, no algo que está afuera como algún infierno lejano, sino algo que está muy adentro nuestro, un infierno privado. Algunos las considerarán morbosas, pero no me cabe duda de que lo harán luego de haber apreciado hasta el último detalle de cada una de ellas.
Es difícil encontrar muchos artistas que trabajen el registro de lo monstruoso en el universo del arte argentino actual, tan preocupado por el mercado, por lo que se vende o no se vende, tan conservador. Seguramente estas obras no combinan con la alfombra o con el tapizado del sillón del living. Lo que nos proponen es otra cosa. Nos invitan a encontrarnos con nuestro lado oscuro, con el monstruo que hay en todos y en cada uno de nosotros.
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