¿Cuál es el territorio de la literatura en el universo virtual? ¿Y el de los lectores? En el ciberespacio, más precisamente en la blogósfera (donde nos estamos encontrando ahora mismo) proliferan lugares en donde se dan cita el amor por la escritura y la pasión por la lectura. Todo a un clic de distancia.
La palabra escrita multiplica su lugar de residencia: se desprende de su soporte tradicional de papel y encuentra cobijo en blogs de Internet. La mayor parte de ellos son autogestionados por los autores que llevan adelante estos pequeños emprendimientos de publicación virtual.
La diversa e inmensa legión de escribas encuentra en esta moderna plataforma –inimaginable hace sólo diez años– una manera accesible de expresarse libremente, esquivando las normas y requisitos del mundo editorial. Todavía prevalece en la web el aura libertaria de un mar que no ha sido recorrido del todo. Si uno se permite andar a la deriva entre archipiélagos de palabras –como un intrépido capitán cuya brújula sean los textos–, puede llegar a encontrar verdaderos tesoros sumergidos. Sobre todo, si elude el auxilio de los buscadores masivos.
Un blog aloja, principalmente, textos y artículos que se actualizan con cierta periodicidad. La figura fuerte del blog es su creador, al que se denomina autor; él da un tono propio a este sitio, sea a través de sus publicaciones o por medio de textos ajenos que selecciona e incluye.
Hay casos emblemáticos del gran salto que permite trascender la pantalla y recalar en el poroso papel. Son los de autores que han sido reconocidos como escritores incluso antes de publicar un libro, y que cuentan con ansiosos seguidores. Sus lectores, ávidos por definición, esperan los textos de sus blogs con el anhelo de un chico.
Estrellas en el firmamento virtual
Hernán Casciari es un buen ejemplo de este salto de plano. Este escritor argentino radicado en Barcelona contaba en su haber con un par de títulos publicados, antes de ser pionero de la producción en la web. Con el formato del antiquísimo folletín por entregas, en septiembre de 2003 comienza a escribir el “Weblog de una mujer gorda”, novela en blog que regala capítulos periódicos. En ellos, Casciari relata las desventuras de la familia Bertotti, oriunda de Mercedes, provincia de Buenos Aires (nada casualmente, el terruño del autor).
El enorme número de seguidores fanáticos de este sitio determina que en 2005 la editorial Plaza & Janés compendie los contenidos del “Weblog de una mujer gorda” y los publique como libro, con el nombre de “Más respeto que soy tu madre”. El suceso de esta obra se multiplica cuando la cadena de televisión alemana Deutsche Welle elige la historia de los mercedinos Bertotti y la premia como el mejor blog del mundo. Posteriormente, en nuestro país, Antonio Gasalla adapta el texto al formato escénico; esta obra triunfa a sala llena en plena calle Corrientes, anclaje del teatro comercial porteño.
¿Una mujer o dos?
Otro blog que saltó del monitor a la TV es “Ciega a citas”, de la guionista Carolina Aguirre. Antes de esto, desde “Bestiaria”, su primer blog (2006), ella delineaba con mucha gracia perfiles femeninos estereotipados. Finalmente, esta obra también se transformó en un libro que, con toda justica, fue prologado por el pionero, Hernán Casciari.
“Ciega a citas” relata la historia de Lucía González, una periodista soltera de 31 años que, tras escuchar una maliciosa apuesta que su madre y su hermana juegan a propósito de ella, decide encontrar novio en 258 días. Este blog duró nueve meses, con escritura diaria, en sintonía cronológica con el lapso que abarcaba la apuesta. Comedia melodramática en formato de blogonovela, tuvo un éxito absoluto: más de dos millones y medio de visitas en ese período.
Un aspecto curioso es, en palabras de la autora, cómo se fue generando una suerte de confusión de identidades entre ella, Carolina Aguirre, y el personaje, Lucía González. Para aumentar el desconcierto, en el libro impreso figura Lucía como autora; además, Carolina realizó toda la campaña de prensa haciéndose pasar por su personaje-alter ego. Por ejemplo, impostaba la voz en las notas radiales que le hacían por teléfono. Es que, según la autora, las anécdotas de la soltería de Lucía están basadas en situaciones reales vividas por ella y sus amigas. Una especie de verismo a ultranza enmascarado por un velo virtual y protegido por un seudónimo.
Encontrarse en la palabra
¿Cuál será el futuro de este nuevo espacio para la palabra? Dicen que la humanidad, gracias a Internet y a las nuevas tecnologías, está atravesando el momento de mayor escritura en su historia. Los mails, el chat y las palabras pululan tratando de generar encuentros, dando calidez a los teclados y compañía a las noches de insomnio en las que, a fuerza de café, se logra continuar con el diálogo online.
En nuestra historia como género humano, nos refugiamos en los silencios y exploramos a través de las palabras. Intentamos comunicarnos para saber del otro, para saber de nosotros. Escribimos y leemos.
Y, en esta instancia, hoy no podemos despegarnos de las pantallas: esperamos el próximo posteo. O bien escribimos y lo hacemos desde las tripas, con la ilusión de que alguien nos busque con el ansia del capitán de un barco perdido que anhela un puerto.
Aunque hoy existan nuevos soportes y las formas sean muy diferentes de las tradicionales, los apocalípticos de la escritura se equivocan al darla por muerta. Encontraremos nuevos modos, buscaremos maneras diferentes de expresarnos, de tender puentes para llegar al otro, de contar historias. Porque todavía hay muchos universos por crearse. Y mundoblogs enteros por nacer.
Link a la nota completa, en la versión digital de la Revista Sueños Compartidos: http://www.madres.org/documentos/doc20100906163359.pdf
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